Gustavo Bolívar: entrevista del senador con María Isabel Rueda – Congreso – Política


El senador Gustavo Bolívar defiende el pragmatismo de Petro, pero dice que tiene límites. Y propone que el nuevo Presidente se sincere con la gente en materia de las cifras que recibe y le pida una especie de plazo al país para empezar a cumplir sus promesas.

Rebelde entre los rebeldes. Ese ha sido el mensaje que ha enviado desde el triunfo en las elecciones. ¿Por qué, por qué tan crítico, senador Bolívar?

Tenemos que honrar a 11,3 millones de personas que votaron por un cambio. No podemos ser inferiores a ese compromiso. Noto que empiezan a acercarse partidos y personajes tradicionales, comprometidos con la corrupción en el pasado, y me empiezo a preocupar. Desde el punto de vista pragmático, Gustavo ya tuvo una experiencia nefasta en la alcaldía de Bogotá, nadando contra la corriente de un Concejo con mayorías en contra. Seguramente no querrá repetirlo ahora con el Congreso. Pide que busquemos la gobernabilidad, basada en acuerdos con esos partidos. Hasta ahí, todo bien. Pero cuando ya me empiezo a dar cuenta, las cosas van más allá.

¿Qué tan más allá?

Con los partidos tradicionales. Ellos y otros muchos vienen por mermelada.

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¿Y Petro sí les dará su mermeladita?

No sé, porque no he estado presente en esas negociaciones. Pero con la elección del Contralor y con nuestro paquete legislativo tienen la prueba de fuego. El compromiso real es el amor de Gustavo Petro por redimir unas comunidades siempre excluidas. Sin perder ese norte, es capaz de hacer concesiones, con tal de cumplir su promesa de sacar toda esta gente de la violencia y del atraso.

Usted ha dado una batalla para que cambien las listas a la Contraloría que tienen huella. ¿La lucha es para que los organismos de control no sean impuestos por gente amiga del gobierno, o para que sí lo sean?

Bueno, la lista que se tumbó tenía cuatro candidatos de muy bajo perfil moral, tres de ellos comprometidos con el robo de los 500.000 millones de los dineros de los Ocad, de la paz; y hay una candidata ahí que yo sigo todavía pensando que es una cuota del actual Contralor, Felipe Córdoba, que para mí significa un estandarte de la corrupción en Colombia. Trataremos de elegir al menos peor.

Por algo le dicen ‘el rey Pipe’… ¿Insisto: es suficiente que los candidatos a Contralor tengan buena hoja de vida, o deben además ser amigos de ustedes, o por lo menos no ser impuestos –cosa difícil– por el ‘rey Pipe’?

No conozco a ninguno de los candidatos. ¿Cuál sería el mejor? Alguien que no tenga antecedentes disciplinarios, penales, ni compromiso directo con un jefe de algún partido, de esa clase política corrupta que nos ha gobernado siempre. Ninguno de los candidatos de esa lista alertó sobre los grandes robos de este país.

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Vi a muchos luchadores que habían dejado la piel aquí tirada en el pavimento (…). Esta causa costó sangre. Y no se la podemos entregar a la clase política que produjo esa violencia y corrupción.

Sobre de los supuestos robos de la paz, no creo que un funcionario de la talla de Emilio Archila los hubiera permitido o dejado pasar…

Emilio Archila no pudo cumplir su misión, porque él necesitaba como 1,3 billones anuales para poder implementar el Pnis, el proyecto de sustitución de cultivos. Ya sobre el Pdet, que también lo manejaron ellos, la denuncia es que de esos 4,4 billones que había, estos funcionarios, con padrinos políticos en el Congreso, les cobraban a los alcaldes el 12 por ciento para gestionar ese dinero para los Pdet de su municipio.

Pero había controles en tres niveles distintos…

Todos comen. Ahí estaba el del DNP, estaba el congresista que postulaba el proyecto, y estaba el corrupto dentro de la Contraloría. Esto ya pasó en el carrusel de Bogotá, en el que se unió un contralor conservador, con un personero indígena, con un alcalde del Polo y con unos concejales uribistas y verdes.

¿Esa cantidad de advenedizos que han aterrizado a donde Petro representan para usted una conquista ideológica, oportunismo, o pragmatismo?

Sinceramente, no hay una conquista ideológica. Como político romántico, pienso que César Gaviria de pronto quiera remozar las banderas liberales como parte del cambio. A él le creería, entre comillas, “un poco”, pero hasta ahí.

Tenemos en importantes ministerios de Petro a tres octogenarios que vienen de ser ministros de gobiernos pasados. ¿Cómo pueden cambiar los mismos con las mismas?

Petro no quiere arriesgarse con un cambio sin experiencia, la primera vez que vamos a gobernar el país. En eso él se ha querido blindar un poco.

¿Y a usted eso no le gusta?

Sí, mientras esas hojas de vida no tengan pasados tormentosos y oscuros. Mezclar experiencia con juventud, para no improvisar. Lo que no me gustó es que vi a muchos luchadores que habían dejado la piel aquí tirada en el pavimento, para conquistar esta causa. 5.733 colombianos dice la JEP que se sacrificaron por la UP, por ejemplo. Esta causa costó sangre. Y no se la podemos entregar a la clase política que produjo esa violencia y corrupción.

¿Hasta dónde es válido el pragmatismo?

Hasta cierto punto, si para gobernar y para alcanzar esa gobernabilidad es necesario permitir que entren. Pero tenemos que estar vigilantes: que entren, pero que no roben. Desde las redes sociales, con los influencers, con los periodistas, estaremos encima.

Nadie es ajeno a que usted influyó de alguna manera en la protesta social que hubo hace un año. Repartió incluso elementos de defensa contra la Policía entre los jóvenes protestantes. Si esa misma protesta sucede ahora contra Petro, ¿usted va a actuar de la misma manera?

Esa protesta se puede dar, y muy fácil, porque Gustavo Petro no ha salido –bueno, todavía tiene tiempo y seguro que él lo va a hacer– a contarle al país el inventario de lo que recibe: el estado exacto de las finanzas, de la deuda externa, del presupuesto… Si no, pues en seis meses la gente estará en la calle protestando. Y, para responder su pregunta, va a haber un cambio en el manejo de la protesta; definitivamente mientras los miembros del Esmad no aprendan derecho internacional humanitario, no los vamos a tener disparándole a la cara a los jóvenes. Cuando vi que les estaban sacando los ojos, matando, y mutilando, hice una vaca, que fue pública; y la gente respondió tanto, que en 24 horas recogimos 100 millones de pesos, y 300 millones más en 48.

Va a haber un cambio en el manejo de la protesta; mientras los miembros del Esmad no aprendan derecho internacional humanitario, no los vamos a tener disparándole a la cara a los jóvenes.

Esa actitud de entregarles los elementos de defensa era como diciéndoles: prepárense, se tienen que defender, porque los van a atacar. Y no al revés: no ataquen para que no se tengan que defender…

Lo que hice no fue: va a haber un paro, tomen, vamos armados todos con esto. No. De hecho, yo quería ponerles escudos, pero comprendí que eso ya se veía mucho más agresivo. Solo metí los cascos y las gafas.

Eso, igualito, le puede pasar al presidente electo cuando esté ejerciendo, por promesas de campaña incumplidas y expectativas infladas…

Hay promesas muy costosas. Por ejemplo, el medio salario a 3’500.000 ancianos, y sé que la vamos a cumplir. Pero Gustavo tiene que salir y decirle a la gente, esto no va a pasar antes de dos años. Durante el primero, ni siquiera raspando la olla, porque hasta se la llevaron. En el segundo, habrá aplicación de la reforma tributaria. Esos recaudos empiezan como en junio, en julio, y mientras se implementan esos programas nos va a llevar año y medio por lo menos. Entonces, sí, él tiene que salir a pedirle ese tiempo a la gente. O si no, vamos a tener esas protestas, porque, aunque la gente cree que el estallido social lo promovimos nosotros, eso no fue así. Sí promovimos los paros, que es con los sindicatos. Pero estos jóvenes, no sabemos quiénes son. No obedecían órdenes de nadie. Cuando Petro les pidió parar, porque ya se había caído la reforma tributaria de Carrasquilla, ellos siguieron porque no tenían nada que perder. Mejor estar comiendo sancocho, en ollas comunitarias, que seguir esperando un empleo o un cupo en la universidad. Si nosotros no cumplimos con nuestras promesas, ellos nos salen, porque no son nuestros.

Después de que lo derrotó en la presidencia del Senado, ¿cómo van las cosas con Roy?

Somos compañeros, pero no somos amigos. Los primeros que llegaron al Pacto Histórico fueron Roy y Benedetti. Le dije a Gustavo: “uuuy, usted va a ser presidente”. “¿Por qué?”, me preguntó. “Porque ellos siempre llegan a donde el que va a ganar”. Le dio risa. Me dijo que Roy era muy importante para la paz, y yo estuve de acuerdo. Pero cuando veo que le dan otros roles, digo, “un momento, eso no fue lo que me vendieron…”.

Pero Roy está mandando, por ahora, en el gobierno Petro…

No manda, pero ojo, cuando él ya dice, esos diez elegibles de la lista a la Contraloría tienen hojas de vida extraordinarias, digo, este no es el Roy que me vendieron, ni para lo que me lo vendieron. Ahí entro a oponerme. Di una batalla descarnada, que me costó sangre, mi economía, mi familia, mi tiempo, mi trabajo aquí en Miami. ¿Para venir a votar por Roy? Olvídelo. Se lo dije a Gustavo, delante de Roy, y delante de la bancada: Gustavo, Roy no representa el cambio por el que yo vine a luchar, y por el que votaron 11’300.000 personas.

¿Y con Benedetti?

Benedetti tiene sus problemas, pero por lo menos tuvo el decoro de dar un pasito al lado y no se presentó al Congreso. Seguramente, si me dicen que Benedetti va a ser el tesorero general de la nación (riendo) o alguna cosa así, entonces yo ahí voy a salir a decir, oiga, ¿pero Benedetti no queda mejor en otro lado?

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Si nosotros no cumplimos con nuestras promesas, ellos (los manifestantes) nos salen, porque no son nuestros.

Quiere ser alcalde de Barranquilla. ¿Lo apoyaría?

Benedetti es como un loco ahí que le gusta jugar al poder, pero no le veo intenciones mediáticas de querer controlar este gobierno. A otros sí los veo como con ganas de, venga y nos tomamos esto…

En conclusión: ¿Aprueba el pragmatismo de Petro?

El pragmatismo ya llegó, y se está aplicando. Sí estoy creando un frente con otros congresistas nuevos, para vigilar lo que llegue. Que entren, está bien, yo los invito a mi casa, pero apenas vea que se están llevando un cenicero, les caigo, les echo a la gente encima y los denuncio.

Con un mundo tan absolutamente desbaratado como este, ¿usted es partidario de que el nuevo gobierno entre haciendo experimentos extremos, como en salud?

No de tierra arrasada. Me reuní con Alejandro Gaviria mucho antes de que llegara al Pacto; él estaba todavía en primera vuelta y me dijo: Hay unas EPS que sí han cumplido, revisen bien eso. Dentro del gabinete, seguramente, va a llevar esa misma visión ante la ministra Carolina Corcho. De ahí saldrá una solución intermedia, para no ir improvisando por la marcha.

¿Qué opina de la propuesta que Roy adelantó en su posesión, de negociar con las bandas criminales?

Gustavo Petro se ha comprometido con la paz grande, y eso implica negociar con el Eln, posiblemente con las disidencias de las Farc. Más allá, propone una política de sometimiento de las bacrim. Pero, mientras el narcotráfico siga vivo, hoy podemos desarmar a tres o cuatro clanes, y al otro día que los negociemos y les ofrezcamos unas penas cortas y de repente la política de sometimiento a la justicia, nacen otras veinte bacrim.

¿Qué podemos hacer?

Ya se probó el prohibicionismo por cincuenta años y eso fracasó. Hoy hay más consumo. Mientras no se regule la droga, puede someterse a todos los grupos del narcotráfico, y al otro día nacen veinte o cuarenta nuevos.

¿Cuál debe ser la política a nivel internacional?

Uruguay, con la marihuana, asumió un riesgo que le salió bien, pero es que tiene un peso pequeño dentro del narcotráfico, como del 10 por ciento. Colombia no puede salir a ofrecer una legalización de la cocaína de manera unilateral. La propuesta: como los países de América Latina inmiscuidos en narcotráfico se están volviendo progresistas, ese eje de Perú, Bolivia, Colombia, México, y Brasil, si Lula da Silva logra ganar, podría formularle al mundo una propuesta de regulación de la cocaína.

Gustavo Petro se ha comprometido con la paz grande, y eso implica negociar con el Eln, posiblemente con las disidencias de las Farc. Más allá, propone una política de sometimiento de las bacrim.

¿Regulación es legalización?

No. Es diferente. Regulación es que el Estado asuma la venta, la producción y la comercialización de la droga a través, obviamente, de licenciatarios. Pero hay que quitarle el negocio al narcotraficante, que es el que lo empodera, y estatizarlo.

¿Estatizar el negocio de la droga?

Esa es la única fórmula. Eso se va a hacer, sí o sí, en diez o treinta años. La diferencia es que si se hace ya, habrá 300.000 menos.

Última pregunta. ¿Qué le gusta más? ¿Ser guionista de grandes y exitosas series, o político?

Pues cuando llegué a la política, me quitaron todos los contratos como guionista.

Pero ahora está escribiendo una novela…

En la pandemia hice una novela literaria, de ficción. Y ahorita estoy escribiendo El nido de ratas, basada en mi experiencia política. Imagínese el lujo de reality… Uno ahí dentro, tomando nota de qué y cómo negocian. Me han llegado hasta quejas de chicas a quienes les hacen contratos por un mes, para poderlas esclavizar sexualmente. Tengo una información increíble.

MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO


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