La ‘segunda línea’ de funcionarios del Gobierno / Análisis de Ricardo Ávila – Sectores – Economía


Poco después de que llegó al cargo de gerente de Artesanías de Colombia, en octubre pasado, Adriana Mejía reunió a las personas vinculadas a la entidad adscrita al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Cerca de 300 asistentes a la cita —entre funcionarios de planta y contratistas— la escucharon cuando de manera vehemente anunció que las cosas iban a cambiar radicalmente.

Aparte de repetir algunas de las consignas de la campaña que llevó al Pacto Histórico a triunfar en las elecciones presidenciales de 2022, esta abogada, artista plástica y asesora para temas legales de la familia Petro Alcocer, no dudó en criticar la gestión de quienes le antecedieron en la institución. “Desde entonces comenzó a desmontar mucho de lo que se había construido”, señala una profesional del sector.

Una queja anónima, remitida hace pocos días al Ministerio del Trabajo, habla de “acoso laboral” y cita con nombre y apellido a individuos “humillados y maltratados en público”. La comunicación lamenta la suerte de un personal que “siempre ha estado comprometido hasta los huesos” y habla de “un ambiente de constante miedo”.

Más allá de los alegatos y la eventual intervención de los organismos de control para constatar la validez de las denuncias, el episodio vuelve a traer a colación el despegue de la administración Petro. Tras cinco meses largos desde la posesión, las quejas vienen en ascenso y cuestionan la idoneidad de algunos de los nombrados en áreas muy distintas del Gobierno.

Inicialmente, las críticas se centraron, en parte, en el gabinete ministerial, que podría equipararse a la “primera línea” del Ejecutivo. En particular, la designación de Irene Vélez en Minas y Energía causó sorpresa, acentuada por las declaraciones de quien se autodefine como “activista dedicada al estudio crítico y participativo de conflictos ambientales y agrarios”.

(Lea: ¿Qué dicen los congresistas sobre la presunta red de trata en el Congreso?)

Que siguen los tropiezos en un sector clave es algo que quedó en evidencia la semana pasada tras conocerse la “renuncia inducida” de la viceministra de Energía, Belizza Ruiz. Esa nueva vacante se suma a la de los asesores de interconexión eléctrica, transformación energética y asuntos internacionales, además del director de Hidrocarburos, en la misma entidad.

También llamó la atención desde un comienzo la escogencia del titular de Transporte, Guillermo Reyes. Enfrentado ahora a la emergencia causada por el largo cierre previsto de la vía Panamericana a raíz del derrumbe en la zona de Rosas, en el Cauca, el funcionario ha tenido que hacer un curso intensivo para conocer los asuntos relacionados con el desarrollo de la infraestructura física y la marcha de numerosos proyectos.

Aparte de los múltiples temas que heredó este abogado que fue presidente del Consejo Nacional Electoral, en diciembre sacó adelante la costosa idea de recortar a la mitad la tarifa del seguro obligatorio de accidentes de tránsito (SOAT) para las motocicletas de menor cilindraje. Y la semana pasada planteó no subir los peajes que hay en puntos distintos del territorio nacional, un faltante que eventualmente sería compensado con cobros por valorización, pero que pone completamente en entredicho el modelo de concesiones vigente.

(También: La carrera por la Alcaldía de Medellín va más allá de petrismo vs. uribismo)

Los responsables

“Quedó claro que la izquierda no tenía un grupo de personas amplio y suficiente para llenar las vacantes”.

Sin embargo, no basta con anuncios, pues quien haya tenido responsabilidades públicas sabe que del dicho al hecho hay mucho trecho. Es aquí donde aparece lo que bien podría denominarse “la segunda línea”, integrada por un conjunto de altos funcionarios con capacidad de decisión en la Casa de Nariño y los ministerios, al igual que cabezas de agencias e institutos.

De acuerdo con el portal de análisis La Silla Vacía, el número asciende a un centenar y se dividiría en varios capítulos: político, económico, seguridad y paz, social, agro, ambiental e infraestructura. La cifra real quizás es un poco mayor, pero, más allá del guarismo preciso, es evidente que la conformación del equipo no ha sido fácil.

Los motivos son de diverso orden y comienzan con la falta de gente. Como explica el investigador y profesor de la Universidad Externado de Colombia, Jorge Iván Cuervo, “quedó claro que la izquierda no tenía un grupo de personas amplio y suficiente para llenar las vacantes, con excepción de algunos que acompañaron al actual Presidente cuando pasó por la Alcaldía de Bogotá”. 

Para el experto, “la diferencia frente a lo que había sucedido en el pasado es notoria, porque ahora el número de candidatos idóneos es mucho más reducido al buscarse perfiles al margen del establecimiento”. Criterios como la militancia o la lealtad hacia el Pacto Histórico han tenido un peso desproporcionado, aparte de los compromisos burocráticos adquiridos con los partidos que integran la coalición que respalda al Ejecutivo.

(Más: Primera dama se reunió con el papa Francisco, ¿de qué hablaron?)

Tales elementos dejan un balance inquietante. Según Pablo Sanabria, profesor de la Escuela de Administración Pública de Florida Atlantic University en Estados Unidos, “este gobierno a primera vista no está haciendo las cosas de manera diferente a aquellos que lo antecedieron en materia de nombramientos, pero la verdad es que lo está haciendo peor”.

El especialista señala que usualmente se combinan las designaciones políticas con las de aquellos que cuentan con capacidad técnica y otros cuya cualidad es la confianza que generan, buscando que los designados cumplan con al menos dos de esas características. Sin embargo, actualmente ese no sería el caso.

Lo visto hasta la fecha muestra un panorama variopinto. Por ejemplo, hay ministros que han tenido la autonomía suficiente para escoger a sus colaboradores directos de mayor nivel, como sucede con Hacienda, Educación, Comercio, Justicia o Medio Ambiente, al igual que el Departamento Nacional de Planeación. Más de uno, incluso, optó por la vía del pragmatismo al ratificar a funcionarios venidos de la administración anterior, independientemente de su filiación.

No obstante, cuando el titular de la cartera es inexperto en los asuntos que le corresponden, la situación se complica. Entre otras porque no necesariamente posee el criterio para escoger bien o decirle que no a los recomendados por los políticos. Otros optan por atrincherarse en la ideología y le dan prioridad al discurso sobre la ejecución.

(Lea más: ¿Cómo afecta a Cambio Radical imputación contra Germán Córdoba por Odebrecht?)

Además, hay hojas de vida que llegan desde arriba. Aquellos que le siguen la pista a la administración aseguran que quienes lideran el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, la Unidad de Restitución de Tierras, la Sociedad de Activos Especiales, Invías, las Superintendencias de Transporte y Salud o la Unidad de Información de Análisis Financiero, entre otras, jamás habrían sido escogidos en un proceso de selección serio que tuviese en cuenta la experiencia y las habilidades gerenciales requeridas para tales cargos.

Mención aparte merece el presidente de Colpensiones, Jaime Dussán, quien a finales de 2022 dio unas polémicas declaraciones relacionadas con el uso que se les daría a los billonarios recursos que hoy son administrados bajo el régimen de ahorro individual. Esa salida en falso se complementa por el despido de una serie de profesionales clave para la buena marcha de un ente que había sido ajeno a los vicios que se ven en otros sitios del sector público.

Tampoco falta la Cancillería en la lista, así los puestos en el extranjero no sean determinantes para la marcha del Gobierno. En opinión de la politóloga Sandra Borda, “se trata de nombramientos cuyo único criterio es la cercanía política o personal con Petro, pero que en ningún momento incorporan las necesidades más básicas propias de un servicio exterior profesional y útil: conocimiento, experiencia y trayectoria, o pertenencia a la carrera diplomática”.

Agrega que, “a pesar de que esto lo han hecho todos los gobiernos, el actual ya superó de lejos el nombramiento de personas no idóneas, e incluso cuestionadas abiertamente en Colombia, sea legal o éticamente”. Un informe de Cambio sostiene que en los primeros cinco meses de gestión se designaron 78 nuevos diplomáticos, 27 más que la administración Duque en el mismo período.

(Siga leyendo: Otro choque en el Pacto: la discusión entre Roy Barreras y Wilson Arias)

Para colmo de males, de las oficinas comerciales de Procolombia comenzaron a salir personas de mucha experiencia en capitales en las cuales construir contactos es una labor que toma años. Si esas vacantes se convierten en otra vara de premios, los objetivos de aumentar las exportaciones o atraer inversiones serán mucho más difíciles de conseguir.

¿Más de lo mismo?

Si bien el argumento de una mayor diversidad, al hacer nombramientos de personas ajenas al establecimiento, puede tener validez, este no justifica el nepotismo ni el menosprecio hacia quienes saben de oficios que demandan preparación. Sin duda esto resulta cuestionable en el que se presentó como “el Gobierno del cambio”. De seguir así, tarde o temprano, la ciudadanía acabará dándose cuenta de que las mejoras prometidas no llegan y expresará su descontento en la calle o en las urnas.

Frente a ese eventual desenlace aparecen dos alternativas. Una es ganar adeptos a punta de la chequera oficial, combinando ayudas directas y puestos. Pablo Sanabria afirma que “mucha gente esperaba que la izquierda no fuera clientelista y lo que viene demostrando a nivel regional es que, a través de contratos de prestación de servicios, logra enquistarse en el poder”.

Una opción distinta es la de enmendar la plana, lo cual comienza por tener un gerente que se encargue de hacer funcionar al Ejecutivo. “Gustavo Petro cree que gobernar es comunicar, lo cual conduce a un desbalance entre el discurso simbólico y la práctica administrativa”, dice Jorge Iván Cuervo.

La brecha es todavía más notoria porque no hay quien ponga orden adentro. A diferencia de Germán Montoya, en la época de Virgilio Barco, o María Lorena Gutiérrez, en la de Juan Manuel Santos, en la Casa de Nariño brilla por su ausencia quien acompase un gabinete desarticulado en el que cada cual toca su propia partitura.

Si se trata de arreglar lo que no funciona, la agenda debe comenzar no solo por hacer que opere el servicio civil, se aplique la meritocracia y se formalicen las nóminas paralelas, sino también por formar funcionarios. Lamentablemente, la Escuela Superior de Administración Pública se convirtió hace rato en parte de la piñata burocrática y recuperarla requiere fondos, visión y liderazgo.

Ejemplos de experiencias exitosas están disponibles y no solo en países desarrollados como Francia. Chile o Brasil aportan enseñanzas de las cuales Colombia podría aprender si quiere adelantar transformaciones verdaderas que mejoren el accionar de las instituciones.

Dicen los expertos en estos temas que la revolución de verdad no consiste en patear el tablero o darle cabida al populismo, sino adoptar las mejores prácticas. La pregunta, claro, es si Gustavo Petro está dispuesto a dar un giro que le obligaría a escuchar no solo la opinión propia sino la ajena.

Deng Xiaoping, el arquitecto del progreso de China, hizo famosa la frase de “no importa de qué color sea el gato, lo importante es que cace ratones”. El discurso importa, pero todavía más conseguir resultados.

Durante su corta visita a Santiago la semana pasada, el mandatario colombiano tuvo la oportunidad de recordar a Salvador Allende, de cuya muerte acaecida con ocasión del golpe militar en Chile se cumplen 50 años el próximo septiembre. El aniversario que se avecina es una buena ocasión para reivindicar a Carlos Matus, quien fuera ministro de Economía durante el gobierno de la llamada Unidad Popular y acabaría publicando, en 2007, el libro Adiós, Señor Presidente, recientemente reeditado.

El texto, que mezcla la novela y el ensayo, está escrito para “las dirigencias políticas (que) se han limitado a conquistar y, a veces, comprar la representación del pueblo, pero no se han capacitado para gobernar en su nombre, interpretarlo y defenderlo con eficacia”. Este sería un buen momento para leerlo.

RICARDO ÁVILA
Especial para EL TIEMPO
En Twitter: @ravilapinto


Fuente