Obras de valorización, 5 años y pocos avances / Opinión – Bogotá


El Distrito es bueno para cobrar, pero malo para ejecutar. Y ¿de qué otra manera se pueden resumir los resultados de las 16 obras por valorización contempladas en el Acuerdo 724 de 2018?

A la fecha, solo se ha entregado una: el ciclopuente del canal Molinos, una obra que tuvo varias prórrogas y ajustes en el cronograma inicial y en el presupuesto, problemas que se siguen presentando en los demás proyectos de obra; de allí que de los 15 proyectos que tiene el IDU, a la fecha, 8 se encuentran en etapa de ‘construcción’. Las demás siguen aún en los procesos propios de consultoría.

Todas estas obras de valorización se contemplaron y cobraron hace 5 años bajo el argumento de que traerían beneficio local para los residentes de las localidades de Usaquén, Chapinero, Suba y todo el eje industrial de la localidad de Puente Aranda. Sin embargo, la mayoría han tenido prórrogas, suspensiones y adiciones presupuestales, incluyendo aquellas que no registran ningún tipo de avance. Tal es el caso de la avenida Jorge Uribe Botero (cra. 15), que permitiría conectar la calle 134 con la calle 170.

De las obras que están en la etapa de construcción, en realidad los avances han sido pocos. En algunas, las polisombras ya hacen parte del paisaje urbano, pues pasan y pasan los meses y no se ven los resultados. Tal es el caso de las aceras y ciclorruta de las calles 92 y 94, donde los avances no superan el 25 %, algo diferente a lo que registran las obras de aceras y ciclorrutas de la calle 116, cuyo porcentaje ya va en el 43 %. En ambos casos, las actas de inicio corresponden a diciembre de 2020.

Hay otras obras que el IDU registra en construcción cuando su porcentaje de avance es mínimo. Por ejemplo, la calzada norte de la avenida La Sirena, entre la av. Boyacá y la autopista Norte, apenas va en el 1,2 % en su etapa constructiva, mientras que el puente vehicular que cruza la autopista a la altura de la 153 está en la fase de gestiones preliminares. De cualquier manera, en el balance de la entidad se incluyen como obras en construcción, sin contar con los problemas que ha tenido el corredor ambiental del canal Córdoba, cuyo contrato está suspendido mientras la obra tiene un avance inferior al 10 %, siendo una de las obras más costosas.

A este ritmo, las obras parecen eternas y la paciencia de los bogotanos podría llegar a su límite pronto y, más aún, la de los vecinos de las obras, quienes saben cuándo inician pero nunca cuándo terminarán. Así es muy difícil ganarse la confianza ciudadana.

Por supuesto, hay obras que en el camino registran problemas por la gestión de redes de servicios públicos, la compra de predios, la adecuación de terrenos y los permisos ambientales. Pero resolver esos inconvenientes no puede implicar tanto tiempo en el proceso de planeación y ejecución. Aquí también hay fallos que son responsabilidad de los mismos contratistas y hasta de los responsables de las interventorías.
Ni qué decir de los otros proyectos que aún no avanzan y que ya se pagaron como las intervenciones en las zonas industriales de Montevideo y Puente Aranda, la av. Jorge Enrique Botero y la av. Contador o calle 134.

Ojalá que así como la Contraloría Distrital en conjunto con la Contraloría de la Nación anunciaron un plan de acción para vigilar la primera línea del metro hicieran lo mismo para vigilar y ejercer control fiscal a las 16 obras de valorización de Bogotá, incluyendo el Centro de la Felicidad en Chapinero, cuyo responsable es la Secretaría de Cultura y donde los líos jurídicos y contractuales no han permitido que la obra avance según lo presupuestado.

OMAR ORÓSTEGUI
DIRECTOR DE FUTUROS URBANOS


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