El pasado fin de semana muchos colombianos se sorprendieron al encontrar los concesionarios de Chevrolet cerrados. A través de publicidad en medios de comunicación y avisos en las vitrinas la marca invitaba a ‘no comprar carro hoy’.
Para nadie es un secreto que la venta de carros nuevos en Colombia está de capa caída: un bajón de 26,6 por ciento en el primer semestre con relación al mismo periodo del año pasado lo certifica. Llegar a más clientes es un desafío para los vendedores y esto claramente explica la nueva estrategia de esa marca con su plan ‘Chevrolet te escucha’.
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De esta manera, Chevrolet ataca uno de los obstáculos que tiene la gente ‘espantada’ de las vitrinas: las altas tasas de interés, el acceso al crédito, el precio del carro nuevo y las elevadas cuotas mensuales.
Aunque muchos sigan pensando que tener carro en Colombia es cosa de ricos, la realidad es bien distinta. En el año 2014, un estudio hecho por Raddar Consumer Knowledge Group, firma especializada en análisis de consumo, indicaba que el 78,8 por ciento de los propietarios de vehículos se concentraba en los estratos 2, 3 y 4 de la población colombiana.
Por esa fecha, esos datos coincidían con los de la Encuesta de Calidad de Vida del Dane que, a diferencia de Raddar, no mide personas sino hogares. En hogares de estrato 2 estaba el 23,5 por ciento del parque automotor; en el estrato 3, el 30,45 por ciento; y en el 4, el 21,01 por ciento.
Hoy casi diez años después esa tendencia no solo se mantiene sino que aumentó. Según Camilo Herrera, fundador de Raddar, hoy más del 90 por ciento de los carros los tienen personas que viven en estratos 1, 2 y 3.
Esto dice, “es consistente con la estructura de nuestra población y sabiendo que solo el 14,2 por ciento de los hogares en Colombia tiene carro, significa que el carro está lejos de ser un producto de lujo…”.
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Significa que el carro está lejos de ser un producto de lujo
Raddar toma como base la Encuesta de Calidad de Vida 2021, del Dane, que usa la clasificación por estratos del servicio de energía que arroja un universo de más de 17 millones de hogares en Colombia.
De acuerdo con esos datos, del estrato medio hacia abajo están los hogares que concentran la tenencia de carros. En total en Colombia el 14,25 por ciento de los hogares tienen un vehículo.
Otros datos interesantes que tienen las cifras es que el 35,82 por ciento de los carros son propiedad de mujeres, y el 64,18 por ciento pertenece a hombres. El 18 por ciento los tienen personas con edades de entre 18 y 30 años; el 29 por ciento de los carros los poseen quienes tienen entre 31 y 40 años; los que están entre 41 y 50 años son dueños del 23 por ciento; de 51 a 60 años el 17 por ciento; de 61 a 75 años, el 11 por ciento; y mayores de 75 años solo el uno por ciento.
Curiosamente, a pesar de las restricciones al uso del carro particular, sus costos en impuestos, peajes y mantenimiento, y el aumento de los precios de la gasolina y los trancones, este es para muchas familias una solución de movilidad, por encima del deficiente transporte público, una preferencia que creció con la pandemia.
Los datos que arrojó la Encuesta de Calidad de Vida del Dane el año pasado indican que hubo cambios en la forma como los colombianos se desplazan a sus lugares de estudio o de trabajo. La gente prefiere caminar, usar la bicicleta, la moto o el carro particular al transporte público, que perdió 4,5 por ciento de usuarios entre el 2020 y 2022.
Otro estudio de Fenalco Cundinamarca mostró que, en promedio, los colombianos cambian de carro cada cuatro años. Si el vehículo fue nuevo se tiende a cambiar cada 6 años, y si lo compraron usado cada 3 años. Además, las ventas de vehículos híbridos y eléctricos han aumentado.
Claro que en este último punto –y es un fenómeno generalizado en muchos países–, no obstante los mensajes de los gobiernos sobre la necesidad de abordar y enfrentar el cambio climático, la migración a los vehículos ‘verdes’ se basa principalmente en la percepción del consumidor de que reducirá significativamente sus gastos de operación, pero el precio de base del automotor está lejos de hacerlo popular.
Otros datos del estudio reportan que, según el indicador de transición de vehículos, más del 50 por ciento de las personas compran uno de la misma clase del que vendieron. Y de las transacciones de venta de vehículos de nivel de entrada, el 65 por ciento subió de gama en el vehículo comprado.
Otros resultados reflejan la situación económica de muchas familias. De las transacciones donde se venden vehículos nuevos, el 40 por ciento lo cambia entregando uno usado.
Los colombianos prefieren los vehículos y camionetas de colores blanco y gris y las personas con edades entre 18 y 30 años son quienes más compran carros nuevos (40,5 por ciento); seguido de las personas de entre 31 y 40 años (26,4 por ciento).

Las personas con edades entre 18 y 30 años son quienes más compran carros nuevos.
Por supuesto, la preocupación de muchos es la movilidad en las ciudades y por eso surgen propuestas como la reciente del ministro de Transporte de restringir la circulación de carros particulares en horas pico.
Pero los resultados de los estos estudios y encuestas deberían servirles para aceptar que esta es una realidad ineludible que hay que enfrentar porque a las familias no se les puede impedir mejorar su calidad de vida y, en muchos casos, su sistema de trabajo y de movilidad básica.
Sin dejar de lado que las medidas y restricciones anunciadas o ‘en estudio’ afectan primordialmente a esas clases y personas que son la gran masa popular en su movilidad, y que por sus recursos no logran tener la alternativa de un segundo carro.
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Tratar de bajar a la gente de su carro o limitar sus aspiraciones no tiene cabida en países con economías emergentes como el nuestro, en donde la oferta de transporte público no suple sus necesidades.
Esto forma parte de un largo proceso cultural que ya vivieron ciudades de países desarrollados en las que conviven el automóvil, la bicicleta y el transporte masivo. Sin embargo, esos son otros estándares que acá no se cumplen, pero que no se pueden perder de vista.
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