Roger Federer perdió su partido de despedida en la Laver Cup: resumen – Tenis – Deportes

1.526 partidos y 103 trofeos después, ahí estaba Roger Federer, listo para decir adiós. Uniformado de azul y blanco con Rafael Nadal, el amigo y rival con el cual ambientó más de una década de la era dorada del tenis, entró a la pista dura del O2 de Londres en medio de los aplausos de un público que había vivido una jornada de más de nueve horas de partidos anteriores con un único objetivo: acompañarlo en su último baile.

La rodilla derecha, esa misma que crujió por primera vez en 2016, obligó a que la última salida del suizo fuera en la modalidad de dobles de la Laver Cup. Y entre los nervios, las risas y los abrazos que exhibieron con Nadal, se confirmó que no había mejor opción para despedir al hombre que hizo de un deporte individual una pasión colectiva que no fuera un partido en equipo.

El último baile

Federer y Nadal, en despedida

“El resultado es lo de menos”, remarcaban conscientes algunos aficionados antes del juego entre Federer-Nadal y Tiafoe-Sock. Pero después de 24 años de triunfos, una derrota no estaba en los planes del suizo. Y por eso, cada pelota de las 2 horas y 14 minutos que duró el partido se jugó con nerviosismo.

Habían pasado 433 días desde la última aparición de Federer, que había sido en esa misma ciudad, pero en su templo, en Wimbledon. Nadal, por su parte, venía de caer sorpresivamente ante Tiafoe en los octavos de final del reciente US Open. De igual forma, nada importaba. Era su segundo partido como pareja y era la despedida del mayor de ambos. Había que ganar.

En un comienzo, la angustia hizo mella. Nadal no se encontraba en la red y Federer no lograba calibrar su revés. Luego pasaron los minutos y llegó la confianza. El español brillaba desde el fondo de la cancha y el suizo repentizaba en la red. En la grada Novak Djokovic, el último integrante de la triada, apoyaba sin cesar. Un suspiro en conjunto finalizaba cada punto.

Durante la primera manga, el quiebre llegó en el mejor momento. En el décimo game, luego de haber salvado una ruptura en el anterior. 6-4, ganaron las leyendas vivientes.

En el segundo set, Sock y Tiafoe quebraron el primer saque de Nadal y pusieron la balanza a su favor. Luego, en el sexto game, los europeos igualaron las cargas. Al final, a pesar de que el quiebre a su favor estuvo cerca en el game n°12, no hubo ruptura para Nadal y Federer. En el tie-break, los norteamericanos se mostraron imbatibles. 6-7 (2).

Ya en el tie-break de partido, la angustia, a pesar de todo pronóstico, se intensificó. Federer logró un ace y el público estalló. Sock se agigantó más de su metro noventa y uno y logró dos puntos de antología. Nadal llegó a fallar en la malla y el estado enmudeció. Tiafoe reventó la pelota contra la humanidad del suizo y los abucheos se sintieron. Federer sacó para partido y perdieron el punto. Tiafoe volvió a arremeter con dureza y le quitó el saque al suizo. Sock, el único doblista en cancha, fue el encargado de cerrar la velada. Tres golpes al costado de Federer y un cambio de lado. Esa fue la fórmula para cerrar el juego.

9-11 cayeron Federer y Nadal.

“Lo hemos logrado de alguna manera. Ha sido un día maravilloso, no estoy triste. Jugar con Rafa en el mismo equipo… contar con el apoyo de los muchachos. No quería sentirme solo a la hora de despedirme, gracias a todos”, declaró entre lágrimas al terminar el partido.

“Nunca hubiera esperado todo. Yo solo quería jugar al tenis. Ha sido perfecto, lo haría de nuevo. Mi final ha sido como lo deseaba”, añadió.

Hasta este viernes, el suizo había ganado 1.251 partidos. Este debía ser el 1.252, pero poca importa, pues las cifras hace rato dejaron de representar su grandeza.

Ese es su legado: haber trascendido el deporte que amó y sufrió como ningún otro.

ANDRÉS FELIPE BALAGUERA 

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