La salida de Laura Sarabia del Ministerio de Relaciones Exteriores deja a la Cancillería en un momento especialmente delicado que expone una clara inestabilidad en la entidad. El manejo de la emisión de pasaportes —con un giro de última hora que frustró la declaratoria de una tercera urgencia manifiesta a favor de la Unión Temporal que integra Thomas Greg & Sons— fue apenas el detonante final de una cadena de desautorizaciones, sumada a la guerra fría con Armando Benedetti, que terminó por desgastar a quien hasta hace poco fue la mano derecha del presidente Gustavo Petro.
Sarabia se va quedando varios frentes abiertos en el Ministerio, además del futuro de los documentos de viaje: la compleja relación con Estados Unidos, frágil desde el minuto uno debido a las diferencias entre el mandatario colombiano y su homólogo Donald Trump y que incluye una posible desertificación en la lucha contra las drogas; la interlocución con Venezuela para lograr la liberación de 28 colombianos presos arbitrariamente tras las elecciones del 28 de julio, las tensiones internas en el servicio exterior, entre otros. El nuevo jefe de la cartera tendrá que asumir una Cancillería inestable que hereda problemas que han atravesado las gestiones de Álvaro Leyva, Luis Gilberto Murillo y la saliente Sarabia.
Laura Sarabia se encuentra en Sevilla junto con el presidente Petro. Foto:Presidencia
“En los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar. No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo, ya no me es posible ejecutar”, señaló Sarabia, quien se refería al uso de la Imprenta Nacional para fabricar los pasaportes desde septiembre con ayuda de la Casa de la Moneda de Portugal.
El lío de los pasaportes
Tres cancilleres han pasado en la administración de Gustavo Petro y ninguno pudo resolver completamente la novela de los pasaportes que arrancó con la licitación desierta de 2023 en la que Thomas Greg quedaba como único proponente válido que casi le cuesta al Estado una millonaria demanda que luego fue retirada.
Leyva terminó destituido por la Procuraduría por irregularidades en dicha declaración desierta, Murillo sentó las bases del nuevo modelo público de fabricación dejando un memorando de entendimiento con Portugal para que el país europeo dote de tecnología y capacidades a la imprenta colombiana, pero sin un contrato comercial firmado, y Sarabia se inclinó por aplazar dicho esquema al encontrar supuestas falencias.
Pasaportes. Foto:Procuraduría
Todos estos hechos ocurrieron en menos de dos años. Mientras tanto, se acudió a la figura de urgencia manifiesta con Thomas Greg en dos ocasiones, primer por un año y luego por 11 meses más. Sarabia estaba segura de que se debía recurrir a una nueva urgencia porque la Imprenta y Portugal no iban a alcanzar a operar desde septiembre.
Sin embargo, la ministra terminó desautorizada nuevamente, primero por el presidente Gustavo Petro en el consejo de ministros del pasado 24 de junio y ayer por su nuevo jefe de gabinete, Alfredo Saade, quien la señaló por no tomar las “acciones necesarias” para que pudiera entrar en operación el modelo con la Imprenta como estaba previsto.
“La Cancillería ha recurrido a dos declaratorias de urgencia manifiestas, pero no han tomado las acciones necesarias para pensar en lo que iba a suceder el 31 de agosto de este año. Lo que les correspondía hacer era preparar a la Imprenta Nacional para poder recibir el 1 de septiembre todo el proceso de los pasaportes. Ahora vamos a enseñarle a Colombia lo que es un pasaporte”, manifestó Saade.
Alfredo Saade en la entrada a la Casa de Nariño. Foto:Presidencia
Para el excanciller Julio Londoño, es innegociable que los colombianos no se queden sin pasaportes. “Ese es el problema. Hemos tenido unos pasaportes que han sido aceptados y bien recibidos en la comunidad internacional, en las Aduanas y en los puestos de Migración de diferentes países. Ese es el cuidado que debe tenerse”.
Desde los sindicatos de la Imprenta Nacional han advertido sobre sobrecostos por hacer las libretas en dicha entidad y que no estaría lista para asumir esa responsabilidad.
Estados Unidos y el fantasma de la desertificación
En cuanto a las relaciones internacionales, el máximo foco sigue estando en Washington. Los constantes roces -que iniciaron el 26 de enero por los deportados colombianos- con la Casa Blanca han hecho que la relación entre Colombia y su histórico aliado esté marcada por la crispación.
A esto se suma el interés en materializar acuerdos fuera de la línea de influencia de Estados Unidos como el ingreso al Nuevo Banco de Desarrollo de los Brics (NDB) y el memorando de entendimiento para ingresar a la Iniciativa de la Franja y la Ruta China. Si bien Colombia es un país soberano que puede direccionar sus relaciones internacionales de acuerdo con sus intereses, expertos y gremios han alzado la mano pidiendo que las decisiones se comuniquen muy bien diplomáticamente hablando para que sean claros los beneficios que obtiene el país.
Trump Foto:AFP
Pero en el horizonte aparece el fantasma de la desertificación, que en otras palabras significa entrar a la lista negra de países que no hicieron lo suficiente en la lucha contra las drogas. Esta determinación, que debe tomar Donald Trump en septiembre, pone en juego sanciones como la suspensión de ayuda económica y militar, restricciones comerciales y posibles afectaciones a la percepción, por ejemplo, de Colombia ante inversionistas y organismos internacionales.
“La inestabilidad en la Cancillería socava las relaciones internacionales y proyecta una imagen de improvisación y falta de seriedad en un contexto global donde los países requieren interlocutores claros, confiables y estables para sostener diálogos consistentes. Este Gobierno no ha gestionado con la debida seriedad su política exterior, en un momento crítico donde Colombia enfrenta el desafío de explicar al mundo diversas situaciones que han dañado su imagen internacional”, aseguró la representante de la Comisión Segunda, Juana Carolina Londoño.
Venezuela y los colombianos presos
La salida de Sarabia también deja como frente abierto las gestiones ante Venezuela para liberar a 28 colombianos que fueron detenidos tras las elecciones del pasado 28 de julio sin aparente justificación. Hoy la mayoría está recluida en la cárcel El Rodeo I y la embajada colombiana en Caracas lleva meses intentando gestionar con el chavismo para poder brindarles atención consular.
Nicolás Maduro celebra el triunfo del chavismo en las elecciones del 25 de mayo en Venezuela. Foto:AFP
Desde la polémica posesión de Nicolás Maduro el 10 de enero, ceremonia en la que participó Colombia con su embajador Milton Rengifo, la relación entre Bogotá y Caracas, muy criticada por la falta de condena a la violación de derechos humanos en el vecino país, se ha enfriado o al menos ha pasado a un segundo plano en este tiempo en el que Sarabia estuvo al frente.
Los familiares de los connacionales siguen esperando por noticias de sus seres queridos, mientras en el Ministerio de Relaciones Exteriores aseguran que están haciendo lo posible para aclarar la situación específica de cada uno y ver si pueden retornar al país.
El servicio exterior y las condiciones labores de los diplomáticos
Estas pancartas aparecieron en el Palacio de San Carlos y varios consulados. Foto:Sindicatos del Ministerio de Relaciones Exteriores
Quien llegue como cuarto canciller de Gustavo Petro también deberá fijar una postura más clara sobre la instrucción presidencial de eliminar los requisitos mínimo para ser embajador, que consisten en el manejo de un segundo idioma de uso diplomático y tener un título universitario o experiencia relevante.
Para expertos en relaciones internacionales, la posibilidad de eliminar estos requerimientos profundizaría la desprofesionalización del servicio exterior, aumentando el uso de las misiones diplomáticas como botín político, con graves daños para la comunicación e imagen del país, así como la disminución de las capacidades para atender de manera oportuna a los connacionales que viven en otros lugares del mundo.
“Esto es una cachetada al ya manoseado servicio exterior y en especial a la carrera diplomática. Debería ser al contrario: tener una diplomacia cada vez más profesional e idónea. Quitar requisitos no es democratizar la diplomacia: es convertir el servicio exterior en un club de favores políticos”, indicó la representante Carolina Giraldo.
En la Asociación Diplomática y Consular, Asodiplo, también hay preocupación. “Insistimos en que estos requisitos son mínimos, no son extraordinarios ni inalcanzables. Garantizan que los que van a representar a Colombia en el exterior tengan un mínimo de herramientas. En este momento no sabemos cómo va a ser implementada esta instrucción”, explicó Julián Silva, presidente de Asodiplo.
Además, los sindicatos del Ministerio de Relaciones Exteriores han protestado ante una desmejora salarial para entre 500 y 800 funcionarios de la planta externa, desde embajadores hasta conductores. Una situación sobre la que los sindicatos emitieron alertas tempranas desde enero y para la que, a la fecha, no se ha encontrado solución. La reducción, según los sindicatos, implicaría una pérdida salarial de hasta el 13 por ciento, aunque en algunos destinos esa caída puede ser incluso mayor.
JUAN PABLO PENAGOS RAMÍREZ
Redacción Política