Es una de las hijas del viche, esa bebida autóctona que el año pasado se volvió patrimonio cultural de la Nación, propia de sus ancestros del Pacífico colombiano y que se destila de manos trabajadoras y aferradas a un trapiche, luego de cortar la caña de azúcar cuando está cruda.
Ella es Angie Daniela Angulo, caleña de nacimiento y guapireña de corazón, como ella misma lo dice, al resaltar el municipio del norte caucano, la tierra que por no tener carreteras hace necesario recorrer hasta cinco horas por mar desde Buenaventura y otras tres desde la cabecera de Guapi o llegar en un avión pequeño, pero si hay los 500.000 o hasta 700.000 pesos para un tiquete de ida desde Cali.
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Es la tierra de sus bisabuelos, sus abuelos y de sus padres: el corregimiento San Antonio de Guajuí, como el río que baña al caserío.
Allí, nació su mamá, Octavia Montaño y los demás nueve hijos del padre de ella, José Domingo Montaño, quienes heredaron esta tradición de tatarabuelos y estos, de otros antepasados, replicando los saberes de aquellos africanos traídos al país con cadenas y grilletes, y su piel llena de cicatrices por azotes.
Angie Daniela afirma con el pecho erguido que su marca de productos y la de su familia es Herencia Guapireña, que cada año es invitada a exponer sus bebidas ancestrales en el Festival de Música y Gastronomía del Pacífico Petronio Álvarez, en Cali.
La empresaria tiene 27 años, ojos grandes y oscuros que contrastan con los turbantes amarillos o rojos que viste, como le gusta porque es su esencia cultural. Le apuntó a que su legado con saberes de la población afro del Litoral estuviera más vivo que nunca y pudiera llegar a tres centros comerciales en la capital vallecaucana –Palmetto Plaza, Jardín Plaza y la antigua La 14 de Calima –, donde hoy tiene ventas no solo del viche o de la crema del mismo.
También vende otros productos de esa sangre y piel de ébano, como el tumbacatre, el arrechón, el curao, el pipilongo o la tomaseca. Son hechos a base de borojó, chontaduro, coco y de otros secretos, cuyos nombres hacen honor a poderes afrodisíacos dentro la cultura de la región. En los locales labora una decena de personas.
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Angie Daniela aprendió de doña Octavia lo que a ella le enseñó su padre, don José Domingo. Es un abuelo, de 82 años, que se ve como un roble. Ambos son gestores culturales reconocidos en su natal Guapi y en todo el Cauca, el departamento vecino del Valle.
Aunque la joven empresaria no creció en Guapi, lo hizo junto a cañaduzales en todo el borde del oriente caleño y a pocos metros del río Cauca, donde vivió siendo una niña. Ella cuenta que su vocación es la comunidad y tener empresa. Por eso, quizás desde pequeña vendía los dulces de la familia y la crema de su adorado viche en su colegio.
Pero no ha sido fácil, como ella misma lo manifiesta, al igual que su mamá. Doña Octavia ha contado que con otros oficios no hubiera podido sacar adelante los sueños de Angie Daniela que ha venido madurando con su empuje y empeño, toda esta gran apuesta familiar y cultural.
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Trayendo consigo las ganas de vender arrechón, la crema de viche o el tumbacatre, al lado de su madre, Angie Daniela entró a la Universidad Cooperativa de Colombia a estudiar Psicología, luego de haber cursado una formación técnica en Terapia Ocupacional. Era el 2012, cuando Herencia Guapireña estaba en crecimiento como ella.
“Me gusta trabajar con la comunidad, el tema de intervenir con las familias. Ayudar fue una de mis principales motivaciones, pero siempre desde niña me gustó el tema empresarial. Siempre trataba de meterme en cursos de emprendimiento”, cuenta la joven y directora del proyecto Herencia Guapireña, quien en la actualidad adelanta la maestría en Creación de Empresas, en la Universidad Icesi, de Cali. Sostiene que quiere seguir instruyéndose y formándose para hacer que Herencia Guapireña se proyecte mucho más.
Es así que Cali es el sitio para la comercialización y San Antonio de Guajuí es el corazón que hace palpitar la producción de Herencia Guapireña, pues además de que allí se cultiva la caña de azúcar de donde sale el viche, también otras plantas necesarias para las bebidas ancestrales, como materia prima. Se generan más de 40 empleos a campesinos de la zona.
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La empresa se volvió más sólida hace unos cinco años con certificados y reconocimientos de la Cámara de Comercio de Cali y del Instituto Nacional de Vigilancia de Alimentos y Medicamentos (Invima).
“Es una tierra hermosa y maravillosa, de gente muy trabajadora y empoderada para emprender”, dice la empresaria.
Pero, además, de su interés por preservar su Herencia Guapireña, Angie Daniela busca innovar.
Sin perder lo fundamental de esta herencia, la marca ha logrado comercializar productos, como crema de viche café, crema de viche maracuyá, de coco y con naidí, el fruto de una palma que se cosecha en el Pacífico.
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“Uno tiene sueños y la manera como se puede crecer es crear ideas y en creer en uno mismo”, asegura la joven que enfatiza en ser una de las hijas del viche, producto que sigue vendiendo como ‘pan caliente’.
CAROLINA BOHÓRQUEZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Cali
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