¿Será que es hora de ir admitiendo que la carrera séptima está condenada? Condenada a que en ella no pase nada. A que se siga perpetuando en el tiempo como una vía venida a menos. A que fenezca lentamente ante la mirada extraviada de quienes la habitan y recorren a diario. Está condenada a seguir siendo comidilla de políticos en busca de votos y vecinos que siguen creyendo que cualquier intervención que se le haga solo empeorará las cosas.
No lo estoy diciendo yo, lo dicen los hechos. La carrera séptima ha sido el lienzo predilecto de gobernantes que buscan pasar a la historia como los que sí pudieron hacer algo con ese corredor vial. Los más habladores quisieron meterle un metro; los más románticos, un tranvía; los más ladrones, una troncal light; los más pragmáticos, una troncal robusta; los que ni fu ni fa, un corredor repleto de árboles; y la actual mandataria, Claudia López, se la juega por un corredor verde con más árboles, buses eléctricos, plazoletas, ciclovía y andenes de lujo. Pero por ahora nada. No ha pasado nada. Además de disponer de miles de millones de pesos de los contribuyentes para abultados estudios y diseños, la verdad es que a lo largo de las últimas décadas todo lo que se ha intentado se ha venido abajo.
La propuesta de López se viene trabajando hace tres años. Y en ese lapso muy pocos hicieron reparos porque muy poco se supo de cómo iban las cosas. Ahora, a las puertas de unas elecciones y cuando la licitación está a punto de adjudicarse, entonces aparecen los contradictores del proyecto que no dan respiro con sus advertencias y convocatorias para que se bloquee la vía, de ser necesario.
Hay razones técnicas para oponerse a la obra, sin duda, que derivan en cuestionamientos serios con base en modelos urbanísticos y matemáticos. Son esas voces las que hay que escuchar y no encerrarse tercamente en el argumento de que 50.000 ciudadanos validaron una obra billonaria. Eso está bien como balance de gestión, pero es que hay otras opiniones autorizadas que cohabitan en ese corredor y que tienen elementos de juicio que bien vale la pena consultar, solo para que la participación en decisiones tan importantes tenga el mayor consenso posible.
Hay otras voces con un interés específico, político o particular, que simplemente rechazan la iniciativa por el odio desmedido que le tienen a TransMilenio e intentan convencer a los bogotanos de que el corredor verde es una troncal disfrazada. Quienes así piensan, al menos deberían poner el asterisco que aclare si serán candidatos a la alcaldía o el Concejo, solo para hacer más transparente el debate.
Y los particulares tienen su propio interés: la defensa del carro privado y el derecho a transitar por la séptima. Y es válida también esa posición. Si hay combos que defienden la bici por qué no puede haberlos para defender el carro y su acceso a la séptima. Que sea mal o bien visto es otra cosa.
Y tampoco hay que llamarse a engaños. La séptima es rentable en términos de visibilización porque es donde están los que algunos denominan “barrios de opinión”. Si por intervenir un pequeño parque en la 86 con 11 se pronunció hasta el Procurador General, imagínense lo que genera la carrera séptima.
Pero no importa que hable todo el mundo. A fin de cuentas, nuestra condición humana está hecha para comernos el cuento de que todos llevamos un pequeño alcalde en el corazón. Todos tenemos una solución para la séptima, todos podemos hacer un mejor proyecto que el que se alista. Pero por todos creer que tenemos la razón es que no hacemos nada o no dejamos hacer nada. ¡Cuánto dieran los barrios vecinos a la autopista Sur para que por allá aparecieran las voces de la séptima a sugerir qué hacer con el caos que viven a diario. Pero allá no hay barrios de opinión.
Ojalá el tema encuentre un resquicio de sensatez que permita la escucha de todos. Infortunadamente, me temo que ya se politizó y eso pone la discusión en desventaja. No es fácil el camino que le espera al corredor verde, que si se suma al debate del metro, prepárense porque estos serán, sin duda, los temas de la campaña electoral que comienza.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor General EL TIEMPO
@ernestocortes28
erncor@eltiemo.com
Fuente