Bogotá: vecinos denuncian consumo y venta de drogas en el parque de los Hippies – Bogotá

El ruido, la inseguridad y el olor a drogas se han convertido en la rutina de fin de semana de los habitantes del parque de los Hippies, uno de los lugares más emblemáticos de Bogotá.

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Entre el CAI de Chapinero y el edificio donde reside la actual alcaldesa, Claudia López, se encuentra este icónico lugar, cuyo nombre real es parque Sucre y que desde la década de los 70 fue rebautizado con este nombre al convertirse en un referente de la escena y cultura hippie de Bogotá.

Es un espacio de no más de una cuadra que se ubica sobre la calle 60 con carrera 7.ª donde cada fin de semana se reúnen cientos de jóvenes hasta altas horas de la madrugada. Lo malo es que también se ha convertido en una multitudinaria fiesta al aire libre con expendio de alcohol y estupefacientes.

Esto ha generado quejas por los fuertes ruidos y olores que cada fin de semana llegan a las viviendas de los vecinos, quienes también denuncian la poca atención que el Distrito le da a esta problemática, pues el parque tampoco les brinda servicios básicos a quienes acuden a estas fiestas, que suelen amanecer robados, ebrios o inconscientes.

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Parque de los Hippies. El 46 % de las muertes en el país, según la Policía, estuvieron relacionadas con peleas y problemas de convivencia, donde hubo alta incidencia de consumo de licor.

Hoy, los vecinos no pueden abrir las ventanas de sus apartamentos por los fuertes olores que produce el consumo de estas sustancias y pasan noches en vela por el alto ruido del lugar.

Los vendedores suelen ubicarse en una esquina paralela al CAI sobre la carrera 7.ª, y quienes recurrimos frecuentemente a este parque ya lo sabemos

“Cerca del parque hay edificios antiguos como el Carmenza, en donde viven personas mayores. Es doloroso oír a vecinos que a las cuatro de la mañana dicen a través de chats: ‘Estoy en un tratamiento psiquiátrico y la falta de sueño me provoca depresión’ y que no logran dormir por el ruido”, dijo una habitante del sector que pidió no revelar su identidad.

Además del consumo, lo que más alarma a los vecinos es el expendio de drogas en el que se ha convertido este espacio público. A pocos metros del CAI existe una amplia oferta de sustancias ilegales que los mismos asistentes del parque reconocen. Según la habitante, ni el Distrito ni la Policía han intervenido esta problemática.

“Los vendedores suelen ubicarse en una esquina paralela al CAI sobre la carrera 7.ª, y quienes recurrimos frecuentemente a este parque ya lo sabemos. A eso de las ocho o nueve de la noche llegan cientos de personas que no buscan un bar sino pasar la noche en los Hippies. Se suele consumir mucho tabaco, licor y marihuana, pero en ocasiones he visto a personas consumiendo perico y LSD”, afirma Fernanda Rodríguez, una usuaria recurrente de este lugar.

Parque Hippies

En el Parque de los Hippies  también se realizan organizadas por el IDRD.

Respecto al actuar de la policía, la habitante del sector comentó que sus acciones se han limitado a medidas punitivas y de choque con quienes se encuentran en el parque, pero que estas resultan poco eficaces.

“Yo no llamo mucho a la policía porque sé que van a venir dos policías a requisar a los chicos y a hostigarlos, y luego la gente que esté allí va a responder. Se arma un lío que empeora las cosas, porque algunas personas pueden volverse agresivas y comienzan a sonar sirenas y el ruido se vuelve insoportable”, advierte la vecina.

Inseguridad y extorsiones

A esto se le añaden los problemas de inseguridad. Hay personas que asisten al parque y suelen amanecer robadas e inconscientes. “He visto amanecer chicas, en el menor de los casos, borrachas que pueden haber sido víctimas de abusos. Hace unos meses hubo un atraco masivo en la calle, frente al parque, pero nadie hizo nada”, reclamó otro residente del lugar.

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Para un comerciante del sector, el problema no se soluciona erradicando el consumo de licor y alucinógenos en el parque, pues el contexto cultural e histórico de este lugar hace que en él se concentren grandes grupos de jóvenes en torno al esparcimiento. Según dice, el verdadero problema de este espacio es la inseguridad y las extorsiones a los tenderos por grupos que delinquen en la zona.

Junto al edificio en donde vive la alcaldesa hay un lote. Este se convirtió en el orinal de todo el parque, hasta el punto de que ya no podemos pasar por ahí porque el olor es insoportable

Otro problema es la insalubridad. En eso coinciden residentes y comerciantes. La falta de baños y otros lugares de servicios básicos ha causado que sus asistentes utilicen las zonas aledañas para hacer sus necesidades básicas al aire libre.

“Junto al edificio en donde vive la alcaldesa hay un lote. Este se convirtió en el orinal de todo el parque, hasta el punto de que ya no podemos pasar por ahí porque el olor es insoportable”, contó un comerciante del sector, quien recordó que, en ocasiones, ha visto charcos de orina en los alrededores del parque.

Sobre estos problemas, EL TIEMPO habló con Óscar Yesid Ramos, alcalde local de Chapinero, quien afirmó que se está trabajando con la Secretaría de Seguridad de Bogotá y las unidades de investigación de la Policía Metropolitana para combatir las dinámicas de microtráfico en la zona.

Oscar Ramos

Claudia López Oscar Ramos, alcalde local de Chapinero.

Foto:

Red social X: @OscarRamosCal

Según cifras de la Policía, se han presentado 10 capturas de personas que delinquen en el sector, de las cuales dos han sido por extorsión a comerciantes y microtráfico.
El Distrito ha mantenido la orden de evacuar este parque público desde las diez de la noche, pero la medida resulta truncándose debido a las zonas de alto impacto que rodean el lugar.

En cuanto al consumo, Ramos fue enfático en afirmar que es difícil controlar estas dinámicas. “Los policías encuentran a personas con la dosis personal y esto no es ilegal, por lo que no se puede incautar ni hacer un control más en detalle”.

El alcalde local reconoce que este parque es un emblema de la ciudad y que, por tanto, los eventos que realiza el Distrito, aunque incomodan a los vecinos, hacen parte de la oferta cultural del territorio. No obstante, frente a las quejas, dice que existe un monitoreo constante de las actividades que se llevan a cabo para garantizar que los asistentes tengan seguridad.

Ahora bien, los eventos de la Alcaldía siempre terminan a las 4 o 5 de la tarde, y nada tienen que ver con las noches de fiesta que se viven en el lugar hasta horas de la madrugada, cuando el monitoreo se dificulta debido a que no es posible pagarles a trabajadores del Distrito hasta esas horas.

Hemos hecho los pilotos de baños portátiles en cada evento público que se organiza con el IDRD, pero las mismas empresas que prestan esos servicios nos comentan que pocas personas los usan

“Nosotros tenemos un equipo de gestores en el marco de nuestra estrategia de convivencia. Hemos puesto, en algunas oportunidades, carpas de recuperación en colaboración con la Secretaría de Seguridad. Pero también hay momentos en que no podemos estar, pues nuestras capacidades son limitadas. No tenemos gestores las 24 horas y esto nos dificulta monitorear el espacio a altas horas de la noche o de la madrugada”, afirmó Ramos.

Acerca del tema de baños públicos, el alcalde comentó que se trata de un problema cultural y no de la falta de implementación de estos servicios.

“Hemos hecho los pilotos de baños portátiles en cada evento público que se organiza con el IDRD, pero las mismas empresas que prestan esos servicios nos comentan que pocas personas los usan”, señaló el funcionario.

También recalcó que, según cifras de la Policía Metropolitana, en esta localidad se han impuesto más de 300 comparendos por hacer necesidades fisiológicas en el espacio público, entre 2022 y 2023.

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REDACCIÓN BOGOTÁ
JULIÁN CAMILO SANDOVAL, ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO



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