Un grupo de casi 20 personas espera turno en un centro de giros internacionales de Filandia, un pueblo colombiano ubicado en el departamento del Quindío.
Quienes hacen la fila avanzan ansiosas para retirar remesas enviadas desde Estados Unidos. Ese dinero que reciben les parece una pequeña fortuna y todo por la fuerte desvalorización del peso frente al dólar.
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Difícilmente se puede encontrar un solo hogar en este municipio, de 13.000 habitantes, que no tenga un familiar migrante.
Pero mientras una parte del país sufre por la inflación, que ya llegó a 10,21 % en julio, en su dato interanual, en Filandia solo se ven sonrisas.
Los ‘bendecidos’
Leobardo Flores, de 55 años, vio partir a nueve de sus hermanos. Ellos “jalonaron el barco y son la locomotora” que le permitió educar a sus cuatro hijos y mantener, durante 28 años su negocio, según contó a la agencia AFP este hombre, quien se desempeña como panadero.
“No solo dieron la atarraya para pescar, sino que (…) dieron los peces”, añadió.
El éxodo de nativos de Filandia se inició en los años 70 y se agudizó una década después con el ocaso de la bonanza cafetera, cuando se desplomó el precio internacional del grano.

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Desde entonces cientos de filandeños migran a Estados Unidos, muchos por intermedio de traficantes, que por unos 18.000 dólares (casi 80 millones de pesos al cambio actual) los dejan a su suerte del otro lado de la frontera con México, según testimonios de los pobladores.
La mayoría viaja a Nueva Jersey, adonde llegaron los primeros migrantes que ayudan a los nuevos con vivienda y a conseguir trabajos muchas veces extenuantes como obreros o meseros.
La mayoría viaja a Nueva Jersey, adonde llegaron los primeros migrantes que ayudan a los nuevos con vivienda y a conseguir trabajos muchas veces extenuantes como obreros o meseros.
Por eso, cuando el dólar rondó los 4.500 pesos y ahora que se mantiene cerca de los 4.400, las remesas son una fiesta en este pueblo turístico.
“Me rinde mucho la plata en Colombia”, le dijo, bajo reserva de identidad, un migrante indocumentado de Filandia que habló con la AFP. Incluso, agregó, pensó en pedir dólares prestados para multiplicarlos en pesos.
Vale la pena recordar que el precio del dólar (una divisa que es tradicional valor de refugio) subió alrededor del mundo impulsada por el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos.
Y en la última semana (del 16 al 19 de agosto), aunque llegó a estar por debajo de los 4.200 pesos, el dólar en Colombia volvió a fortalecerse y se ubicó a menos de 2 pesos de los 4.400 pesos.
Pueblo huérfano
La fiebre del dólar deja progreso, pero también familias rotas, vidas frustradas y muertos. El año pasado, un nativo de Filandia falleció ahogado en el río Bravo durante su travesía hacia Estados Unidos.
Y solo en mayo fueron detenidos casi 20.000 colombianos que intentaban ingresar irregularmente a suelo estadounidense, según autoridades.
Filandia es un pueblo de “niños huérfanos con padres vivos”, sostiene el alcalde Jaime Franco. Sin embargo, el esfuerzo de los migrantes ha permitido que muchos jóvenes sean los primeros en sus familias en ir a la universidad.
Las crisis han expulsado sobre todo a los hombres. Las mujeres en el pueblo se silencian para no delatar a quienes migraron sin papeles, o por miedo a las mafias que están detrás de la migración irregular.
La ambivalencia alrededor del billete verde la resume el panadero Leobardo Flores: “Está el dólar bueno que hace sonreír, que le da felicidad a la gente, y ese otro dólar que es por el que se matan, con el que compran armas, droga y conciencias”.
AFP
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