En medio de un escenario difícil en materia de finanzas públicas, porque la financiación en el exterior está muy costosa y debido a que se requiere continuar bajando el déficit público para cumplir con el ajuste y con la regla fiscal, el Gobierno del presidente Gustavo Petro se alista a tomar una de las primeras decisiones económicas más complejas –y se quiere impopulares– de su mandato.
Se trata de establecer la senda en que se deberá reajustar al alza el precio del galón de los combustibles en el país, tanto de la gasolina corriente y del ACPM, los cuales tienen subsidios, tema que será objeto de análisis y de definición el próximo lunes, en una sesión del consejo de ministros.
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Tendríamos un déficit de 28 billones de pesos a no ser que empecemos a aumentar fuertemente los precios de los combustibles, lo que es un tema bastante complejo
Lo anterior obedece a que a raíz del alto nivel del precio del petróleo y de los combustibles a nivel mundial, el déficit proyectado del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), sería muy superior a lo estimado por el gobierno de Iván Duque.
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Este miércoles, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, alertó porque si no se comienzan a aumentar fuertemente los precios de los combustibles, el FEPC tendría un déficit cercano a los 28 billones de pesos el próximo año.
“Tendríamos un déficit de 28 billones de pesos a no ser que empecemos a aumentar fuertemente los precios de los combustibles, lo que es un tema bastante complejo”, aseveró el funcionario en un debate de control político en el Congreso.
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Y es que la preocupación no es para menos, porque si no se incrementan los precios de la gasolina y del diésel que pagan los consumidores dueños de vehículos en el país, la cifra que se vaya acumulando habría que subsidiarla con cargo al Presupuesto General de la Nación (PGN).
De esta manera, entre más alto sea el hueco a tapar, habría que hacer un fuerte recorte en los gastos de inversión que proyecta hacer el nuevo gobierno el próximo año, entre otros ajustes, como aplazar programas.
Lo anterior, porque tras varios años en que estos subsidios a los combustibles no estaban incluidos formalmente en las cuentas fiscales del país, e incluso en una ocasión se cubrieron emitiendo deuda pública –es decir, difiriendo su pago a varios años–, la nueva estrategia de contabilidad fiscal que adoptó el país implica que los aportes que realice el Gobierno al FEPC se registren como un gasto por transferencia al fondo, de forma visible y afectando el presupuesto del país.
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¿Cuánto subir cada mes?
No hemos decidido nada por ahora
Al ser consultado este miércoles sobre si se aplicaría la senda de aumentos que proyectó el exministro de Hacienda José Manuel Restrepo, el nuevo titular de las finanzas públicas del país, José Antonio Ocampo, le dijo a EL TIEMPO: “No hemos decidido nada por ahora”.
Sin embargo, la situación es apremiante, toda vez que se trata de un déficit que puede llegar a 37 billones de pesos este año. De esta suma, 6,4 billones al corte del primer trimestre ya fueron pagados por el gobierno anterior, mientras que 19 billones de pesos que se generen este año quedaron incluidos para el presupuesto del año entrante, pero hay otros 12 billones de pesos adicionales que el nuevo gobierno estima de déficit adicional, que se ha generado por los precios actuales en los mercados externos.
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Cuando el exministro Restrepo presentó a mediados de junio el Marco Fiscal de Mediano Plazo, y tras una pausa de varios meses en el aumento de los combustibles para evitar que los reajustes golpearan más duro la inflación, se habló de subir el valor del galón de gasolina corriente y el de diésel 200 pesos en junio y julio, y de reajustarlo en otros 250 pesos en agosto de 2022.
Luego de ello, la senda que se dejó, para que la decidiera el gobierno actual, contempla que partir de septiembre de 2022 los aumentos fueran de 400 y 250 pesos mensuales para la gasolina y el diésel, respectivamente, hasta que se cierren los diferenciales de compensación frente al precio de paridad internacional.
Sin embargo, tras esos anuncios, el gobierno Duque solo hizo uno de los tres reajustes, el 2 julio, y fue de 150 pesos en el galón de gasolina, por debajo de lo que se había estimado cuando se presentó el Marco Fiscal de Mediano Plazo.
Pero fuentes del sector explican que la situación que hoy enfrenta el país viene desde el 2016, cuando los reajustes comenzaron a hacerse con cuentagotas.
Y lógicamente, cada vez que la diferencia se ampliaba era más difícil equilibrar la balanza frente al precio internacional, que es el que se le reconoce a Ecopetrol por ingreso al productor de los combustibles.
Cuando el gobierno Duque presentó la proyección de aumentos que consignó en el Marco Fiscal de Mediano Plazo, algunos expertos como Julio César Vera, presidente de la Fundación XUA Energy, sugirieron realizar el proceso de desmonte de los subsidios a los combustibles en un período que sería de cerca de 14 meses para el caso de la gasolina y de dos años para el diésel.
Lo anterior con el objetivo de mitigar el impacto, en especial en el transporte de carga, al cual se le suben los costos de operación.
Ahora, con una situación cada vez más difícil y tras las definiciones que haga el alto gobierno el próximo lunes, será la nueva ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, quien deberá firmar las resoluciones con las que se comience a subir el valor del precio del galón de gasolina y diésel en el país.
Tributaria también afectará el valor de venta
Si los ajustes que plantea el Gobierno en el proyecto de reforma tributaria para el impuesto al carbono quedan como se plantean en el proyectode ley, el cual actualiza los valores al reajuste que ha tenido el precio del dólar, se generaría un costo para los consumidores, adicional a los ajustes de precio que se hagan para bajar el déficit del fondo de estabilización de precios de combustibles.
Por ejemplo, con el proyecto de reforma, el impuesto al carbono que paga la gasolina pasaría de 169 pesos a 181 pesos, mientras que por cada galón de diésel el impuesto a pagar sería de 208 pesos frente a 191 pesos actuales, diferencia iría directo al precio final de venta.
Incluso, el impacto lo sentirán quienes no tienen vehículos sino que utilizan usan medios de transporte para movilizarse, ya que estos ajustes pueden incidir en los costos de los pasajes, incluyendo los valores de los tiquetes de avión, los cuales están presionados por el alza del petróleo, la inflación y la devaluación.
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