La guerra sigue, no se ha ido, pero los ucranianos se toman un respiro en medio del terror: los fanáticos podrán sacudir el polvo de sus camisetas, esas que quedaron guardadas hace 6 meses cuando empezó la invasión rusa –el 24 de febrero–, para volver a apoyar a sus equipos. Porque el fútbol vuelve, desde este martes, justo el día de la bandera nacional. Por ahora, los fanáticos no podrán ir a los estadios, pero ya es un algo, la certeza de que el fútbol sale de las trincheras.
La paz no ha retornado a Ucrania. Sigue la invasión, las evacuaciones, los bombarderos y todo el horror de la guerra. Las noticias no son alentadoras: este sábado ascendió a 18 el número de muertos por un ataque con misiles en Járkiv, al norte del país… Al menos 12 personas, entre ellas tres niños, resultaron heridas este sábado en un bombardeo ruso en Voznesensk, al sur… El ejército ucraniano indicó haber abatido a cuatro misiles de crucero rusos de tipo Kalibr… El Ministerio de Defensa de Rusia afirmó que las fuerzas ucranianas sufrieron más de 800 bajas mortales tras un nuevo ataque de la aviación… y así, todos los días.
Pero en medio de la tempestad, mientras las ciudades luchan por levantarse de entre los escombros, la pelota asoma. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el primer ministro, Denys Shmyhal, dieron el visto bueno, aunque bajo ley marcial. Es decir, bajo estrictas medidas adoptadas en conjunto por los ministerios de defensa, interior y el servicio de emergencia ucraniano.
Estricto protocolo para el fútbol
El protocolo está definido. Serán 16 equipos los que participen del campeonato, y está prohibida la presencia de fanáticos en los estadios. Solo estará el personal autorizado: policía, médicos, periodistas y jugadores. Todos entrenados no solo para competir, sino para las eventualidades de la guerra: si hay ataques, literalmente, el locutor del estadio lanzará el aviso: “¡Atención! ¡Alarma aérea! Todos al refugio”.
Y todos obedecerán de inmediato, a menos que haya algún desprevenido, porque en cuestiones de guerra la mente se nubla fácilmente. Pero por si acaso, no será lejos, a no más de 500 metros están los refugios, los que nadie quiere ocupar porque nadie espera que haya ataques de esos sin pelota.
Que el fútbol vuelva es una medida gubernamental y deportiva para disimular una guerra que no se ha ido. Pero es también una forma de esperanza.
Andrew Todos es periodista deportivo ucraniano y con nacionalidad británica, fundador del portal ‘Zorya Londonsk’, especialista en fútbol ucraniano. Vive en Londres y desde allí opina, con la nostalgia de cualquier ucraniano en estos tiempos, sobre este regreso del fútbol.
Ver jugar a su equipo nuevamente elevará la moral de los soldados y la gente común
“Si bien el fútbol está lejos de ser la máxima prioridad, es importante. Brindará un respiro a los fanáticos que mirarán en la TV o en sus teléfonos, desde las líneas del frente o en los refugios aéreos, o en cualquier otro lugar. Ver jugar a su equipo nuevamente elevará la moral de los soldados y la gente común”, dice.
Esperanza ucraniana
Andrew explica que desde junio los equipos reanudaron su preparación, con amistosos y entrenamientos, que muchos jugadores extranjeros se fueron, como el caso del colombiano Gilmar Angulo, que no perdió oportunidad para huir de la guerra, pero algunos también volvieron y otros nuevos han sido fichados. El fútbol empieza a reactivarse lentamente.
Admite que no será fácil para los deportistas asumir el riesgo, pero su análisis es optimista. “Nunca va a ser 100 % seguro mientras haya guerra, pero las áreas en las que están organizando partidos: Kiev, Lviv y Zakarpattya, deberían ser relativamente seguras con los mejores sistemas de defensa aérea”, dice.
Ucrania sigue bajo el fuego, pueblos militarizados, hay heridos, muertos y un terror en la atmósfera, pero el fútbol al fin renace, con la esperanza de que los felices rugidos de gol ahoguen el tortuoso ruido de las balas.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET
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